miércoles, 24 de julio de 2013

Aventura con mis Kinder

Tengo dos hijos, uno de casi cuatro años y otro de casi dos. Cuando empezó toda esta pesadilla que está resultando ser mi separación el pequeño a penas tenía 8 meses y vivía día y noche enganchado a mi teta y el mayor pues iba a cumplir tres años en breve.

Ahora mismo las cosas son mucho más fáciles con los niños que entonces, el pequeño camina, juega con el mayor y pese a lo sucedido, algo ha mejorado en todo este tiempo.

La aventura de ayer fue una de esas que piensas, alguien merece escucharla y aunque para conocer de toda historia imprescindible con los pequeños de la casa ya tenemos a la estupenda Fátima Casaseca y su blog de Una mamá en Alemania o a la maravillosa Eva Quevedo con su también Blog de Madre, voy a intentar explicar lo que me pasó sin aspiración alguna a llegar a la Champions League en la que se mueven estas supermamás :)

Habíamos pasado la tarde en la playa en buena compañía y sin mayor novedad pero a la hora de volvernos es cuando se me complicó todo. ¡Vamos niños, nos vamos a casa! y el mayor ya empezó que no y que ¿por queeeeeeeeé? Después de dieciocho explicaciones diferentes, prometerle ir a visitar a la abuela, helados, arroz con tomate y qué sé yo cuantas cosas más, consigo sacarlos del agua pero no sin antes rebozarse como pequeñas croquetas por la arena. Bueno, da igual pienso, al llegar a casa, directos a la bañera, a cenar y a dormir.

8pm Llegamos a casa y como aparco en un cercado que pertenece a mis padres le digo al mayor que esperen un momento en el coche que bajo los trastos a casa y voy llenando la bañera y que en un minutín vuelvo. Llego a la ducha, pongo a llenar la bañera pero me digo a mí misma, me pego una ducha rapidísima que estoy llena de arena y total son unos segundos de nada. Lo hago todo y cuando salgo, ¿qué me encuentro? ¡¡¡DOS CROQUETAS DE ARENA DORMIDAS EN EL COCHE!!! ¡¡AAAAAAAAAHHHHH!!

Ideo un plan que consiste en prepararlo todo para el trasbordo. Tengo que cerrar cortinas opacas, dejar camas listas, preparar la leche y chupete para el pequeño. Debo dejarlo todo a punto ya que al mayor puedo mirar de quitarle la arena con una toalla sin alterar su plácido sueño pero al pequeño no me queda otra que meterme en la ducha con él con la esperanza de que después de la ducha tibia, una cama cómoda y fresquita y un bibi de leche, se quede frito. Empezaré primero por el pequeño que va a ser más complicado y luego bajaré al mayor que le cuesta coger el sueño pero cuando lo coge no lo suelta, lo meto en la cama y todos durmiendo ¡Un plan perfecto!

Empiezo la operación según lo previsto, voy a por el pequeño aunque antes de haberlo cogido ya había dejado la ducha previamente encendida con agua tibia y me había desvestido yo para meterme con él también. Nos metemos en la ducha e intento quitarle toda la arena, no es fácil, el sudor ha ayudado a su fijación MIST! Sigo frotando pero se pone a llorar VERDAMMT! Aborto ducha, paro, lo seco e inyecto chupete nuevamente. Se tranquiliza pero está despierto. Voy al cuarto, lo acuesto, me mira con cara de ¿estás de broma mamá?. Sigo con mi plan, le doy la leche y lo dejo ahí tranquilamente tomando la leche en la cuna. Muchas veces, si está cansado se toma la leche, le pongo el chupete en el momento oportuno y ¡ZAS! se duerme. No iba a ser el caso pero no me iba a rendir.

Lo dejo y mientras voy al coche le quito la arena al mayor y cuando vuelvo el pequeño se estaba acabando el biberón pero me miraba con cara de "después de esa ducha traicionera se va a dormir tu tía". -Esto pinta mal, mec...!- Acaba, le pongo el chupete y pensé esperar un poco a que se relajase y se durmiese y así no alterarlo y precipitar el fracaso del gran plan trayendo al mayor. Esperé diez minutos paseando por el jardín, comprobando que los grifos del jardín estuviesen cerrados, había uno abierto que había encharcado una proporción considerable de jardín pero da igual, -concentración querida-, con un poco de suerte se duermen hoy los dos pronto y podrás cenar sin que se te atragante la comida o poder ir al baño sin que te sigan como si te fueses a la guerra o, atención, tumbarte en el sofá con el portátil a escribir tonterías en el blog o mirar, SÓLO MIRAR, zapatos y trapitos en internet. Pensar esto me daba fuerzas para ejecutar el plan.

Al cabo de 20 minutos de haberlo dejado y de haber revisado todo el jardín, asomo el hocico y como si me estuviese esperando me volvió a mirar con cara de pocos amigos. ¡¡¡¡¡Noooooooooo, ¿¿¿¿por quéééééé???!!!!! Da igual, pienso, está tranquilo y si está noqueado en la cuna, ya me basta. 

Cojo al mayor lo llevo a la cama y lo dejo, protesta un poco, le doy agua, bebe y mientras lo hago noto en mi nuca la mirada penetrante del pequeño. La ignoro y cuando acaba el mayor lo tapo y salgo del cuarto. Salgo por la puerta errónea que da a la cochera y mientras intento dar la vuelta para acceder a la puerta principal recuerdo que la barrerita que hay que atravesar hasta llegar a la puerta principal hace un escándalo al abrirse y otro escándalo al cerrarse y da la casualidad que la dichosa barrerita pega debajo de la ventana del pequeño príncipe de la casa. NO-PUEDE-SER. ¿Solución? Saltar la verja. Estoy medio desnuda, sudando gracias a los 30ºC que hace todavía, pringada de toda la arena que le quité al pequeño pero salto la verja y cuando por fin estoy dentro, salgo a la terraza y me siento. Noto que me tiemblan las piernas pero da igual, me relajo mientras me fumo un piti imaginario y cierro los ojos.

Son las 9:20pm y después de casi hora y media de "plan perfecto" estoy catatónica. Ahora voy a ver si reúno fuerzas para hacer una de esas cosas que soñé hacer cuando se durmiesen...

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